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16.07.2019

Ancap adopta tecnología y se proyecta como una “smart factory”

A menudo los camiones que cargan combustible en la planta de La Tablada esperan horas para abastecerse, lo que les hace perder viajes e impacta en los costos de la cadena de distribución. Para resolver esos problemas, una aplicación tecnológica para conductores —desarrollada por Ancap y que está en etapa de prueba— ordenará y asignará el puesto de carga o “bahía” a cada camionero con herramientas de georreferenciación, a través de su teléfono celular.

Hace un mes, en la planta de Alcoholes del Uruguay (Alur) en Capurro se empezó a aplicar —a través de dispositivos y sensores interconectados— el monitoreo inteligente de algunos equipos de manera constante para lograr su mejor utilización y ahorrar energía. Ancap es socio mayoritario de esa empresa.

A su vez, en lo que resta del año, la petrolera estatal avanzará en el primer plan piloto de hidrógeno, buscando adoptar tecnología que permita ofrecer al transporte pesado esa alternativa al combustible fósil.

Ese tipo de proyectos y otros de digitalización de procesos, que no requieren “grandes inversiones” sino gastar de forma “más inteligente”, forman parte de la agenda “transversal” de innovación que tiene en marcha Ancap, que va “desde la compra de crudo —que ya se hace a través de una plataforma electrónica— hasta la experiencia del usuario” de las estaciones de servicio, explicó a Búsqueda la presidenta del ente, Marta Jara. Señaló que el concepto en ejecución es el de una “smart factory”, donde hay “mucha mayor integración de la información” computacional de los procesos, porque lo que se está haciendo es “sensorizar y digitalizar todo” ante lo “imperativo” que se torna adoptar las herramientas de la industria 4.0, para no quedar “fuera de la zona de eficiencia”.

“Hay que estar muy dedicados a la vigilancia tecnológica y ver qué nos puede servir, para identificar las oportunidades que se puedan pagar rápido, que sean viables y nos brinden una solución a problemas reales que tenemos, como el caso de la logística en La Tablada”, explicó. Y agregó: “La innovación es la respuesta a problemas reales, no es una palabra de moda”.

“El mayor desafío son las personas, es la vulnerabilidad de salir de la zona de confort. A veces pensamos que los trabajos más amenazados son los manuales, de operarios. Sin embargo, trabajos como los de gestión o disciplinas de expertos también están siendo redefinidos”, afirmó Jara a fines de junio en un foro empresarial donde delineó algunos de los proyectos que la empresa estatal está impulsando.

Sensores y cámaras

Para buscar la mayor eficiencia en el control de equipos en la planta de Alur en Capurro, hace un mes Ancap está implementando un proyecto piloto aplicando la tecnología de “Internet de las cosas” (IoT por sus siglas en inglés). Jara explicó que el sistema permite ahorrar energía en el caso de los compresores que están en los ciclos de frío de la planta y que son los que más consumen.

“Si tenemos un sensor que está constantemente monitoreando variables y ello se relaciona con el historial de fallas de los equipos, permitirá extender tiempos entre fallas (...) e ir generando un diagnóstico a medida que el problema empieza a aparecer. Luego, eso alimenta algoritmos que van aprendiendo cómo se correlaciona lo que ve el sensor con las diferentes causas de fallas”, ejemplificó.

En toda la planta de Alur, además, está en marcha un proyecto de gestión de seguridad de las personas que aplica IoT. En ese caso, los equipos de protección personal tienen sensores y cámaras inteligentes que generan un registro de incidencias en busca de mejorar procesos, tener información estadística y gestionar alarmas. “Las alarmas se activan para todo el personal y permiten reaccionar ante un accidente, o alertar que no se está cumpliendo con determinadas condiciones o protocolo” de seguridad, indicó.

Además, contó la jerarca, otro dispositivo instalado en una pulsera que se coloca el trabajador sirve para gestionar las condiciones de higiene y salud de aquellos que están desempeñándose en un área remota o que se encuentran solos en el turno de la noche. “Nos permite saber si la persona se cayó, se desmayó, si tiene algún problema, si está cumpliendo condiciones de seguridad, de temperatura, etcétera”, ilustró.

Hidrógeno, la “pieza” que falta

Para seguir avanzando en la transición energética del transporte (que se viene dando poco a poco por un lado con los biocombustibles y por otro con los vehículos eléctricos a batería), Ancap apuntará a “descarbonizar” el combustible que demandan ómnibus y camiones. Para ello está desarrollando un plan piloto de hidrógeno, junto con el Ministerio de Industria, Energía y Minería (MIEM) y la UTE. “Es una tecnología que está en un punto de inflexión” para llegar a la comercialización y que permitiría tener un insumo que pueda competir con el diesel, aseguró.

El piloto abarcaría a unos 10 vehículos (entre camiones y ómnibus) y está en la fase de “terminar de definir el mejor modelo de negocio” y forma de contratación. Jara aspira a que el pliego de la licitación para poner en ejecución el proyecto de hidrógeno “esté en la calle” antes de fin de año.

“El equipo central del piloto es un electrolizador, que es lo que transforma el agua en hidrógeno y oxígeno a través de la energía eléctrica. Luego hay que resolver un tema de almacenamiento de los gases que se generan, traer los vehículos con esa tecnología y resolver la interface con los usuarios del servicio”, avanzó. El modelo de negocio que resta definir tiene que ver si el usuario “va a pagar por kilómetro o por el hidrógeno en sí”, indicó. La apuesta es ofrecer a los usuarios del piloto el mismo costo por kilómetro que tienen con el diesel.

Para llevar a cabo el proyecto, Ancap contrató un consultor especializado en el tema y Jara, junto a técnicos y autoridades del MIEM, viajaron en abril a Alemania y este mes visitaron una empresa que produce hidrógeno hace casi una década en la Patagonia argentina. “Es un desafío, pero pensamos que adoptar como pioneros esta tecnología nos posiciona, no solo a Ancap sino al país, como puerta de entrada de proveedores” de la misma, señaló.

Y agregó: “Nos parece que tenemos que completar la oferta que hay. Uruguay ya tiene movilidad eléctrica, biocombustibles, y esta aparece como la pieza que falta para tener una matriz energética que siga evolucionando hacia la transición de cero emisiones” de efecto invernadero.

Sobre la inversión que el nuevo negocio demandaría a Ancap, su presidenta señaló que dependerá del modelo que se adopte, ya que podría ser que la realice un proveedor y luego se le pague por desempeño. Aún no está claro, pero en términos del piloto, mencionó que para la producción del hidrógeno y almacenamiento el monto ronda los US$ 5 millones, mientras que “otro tanto” demandaría la adquisición de los vehículos con la tecnología necesaria. “Ahora lo que estamos usando son recursos mínimos, de consultoría y equipos propios de trabajo técnico (...). El piloto y todo lo que aprendamos nos va a permitir hacer una hoja de ruta para un desarrollo futuro del hidrógeno en Uruguay”, apuntó.

Jara abogó por ser “proactivos” para adoptar las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías y herramientas de la industria 4.0 porque “se tornan amenazas” si no se es capaz de incorporarlas. “Sin embargo, si las usamos con todo su potencial son una gran oportunidad”.

Biorefinería

Para llevar adelante la transición energética de combustibles fósiles a otros más eficientes y amigables con el medio ambiente, Jara se refirió a los pasos previos y necesarios para alcanzar el objetivo. “Es preciso tener un ojo muy agudo y lograr las eficiencias en el negocio existente, porque eso es lo que nos va a permitir tener el flujo de fondos necesario para invertir en nuevas tecnologías y asegurarnos de que todo lo que queda de una industria madura, de 80 años, se deja sin pasivos ambientales” para las próximas generaciones. Para ello, el ente viene tramitando hace dos años una “autorización ambiental especial” para la planta de La Teja, que involucra un plan de remediación a largo plazo por el impacto que genera en el estado de los suelos y del agua de la bahía, por ejemplo.

En la misma dirección, la jerarca dijo que el próximo paso en la actividad de refinación será el “co-procesamiento” de los materiales fósiles (petróleo) con insumos de la agroindustria. “Es otro camino para incorporar biocombustibles, por ejemplo, los aceites, en vez del proceso que hacen ahora se pueden incorporar e hidrotratar en la refinería. Es un proceso que se puede hacer con un cambio de catalizador, y para la próxima parada (de mantenimiento de la planta) ya estamos planificando las posibilidades de ir transitando hacia una biorefinería”.

Mellizo digital

Otro hito del plan de innovación de Ancap es el del “mellizo digital”, un concepto que refiere a tener los procesos y equipos en modelos de realidad virtual, para poder ensayar maniobras, pruebas y mantenimiento antes de hacerlos en la planta física.

“No es algo fácil de hacer, pero sí podemos incorporar para cada proceso nuevo y equipo que se compre su modelo o mellizo digital (...), eso permite planificar y desarrollar una mejor solución con un impacto muy reducido o nulo”, explicó. Por eso, el ente evalúa incorporar en los “nuevos procesos de adquisición el requisito de virtualización”.

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